24 de junio de 2012

Los txistularis en fiestas


Al pasacalle al que menos cuesta levantarse, sin lugar a dudas, es el del día de la Euskal Jaia. Y no es sólo porque comience a las 10 de la mañana, una hora más tarde de lo habitual, sino porque los txistularis saben que tras el mismo, tendrán una jornada de las que más gustan: con hamaiketako, cantando y tocando el txistu en la calle, y saliendo después en las carrozas.

El desfile de las carrozas ha sido siempre muy especial, ya que habitualmente se reúnen los txistularis que continúan en activo con muchos de los veteranos que vuelven a coger el txistu recordando tiempos pasados. Y es que, recorrer las calles con tanta gente viendo como pasa el grupo y aplaudiendo, es una de las sensaciones más emocionanes y agradables que se pueden sentir, por lo que no es de extrañar que los que ya han participado en alguna ocasión, vuelvan a querer repetir. Y los que no salen tocando el txistu, lo hacen como carroceros, dantzaris, dultzaineros... siempre intentando vivir la fiesta desde dentro, participando.

Las fiestas de Santa Anastasia suelen ser de lo más intensas para los txistularis de Urretxu. Cogen el txistu el primer día y, practicamente, no lo sueltan hasta el último. El viernes comienzan estos días de juerga con un pasacalle junto a la banda de música y participan en el cañonazo que da inicio a las fiestas. El sábado suele ser el día más duro, porque comienzan temprano con los preparativos para el concierto que darán por la noche. Hay que realizar los últimos ensayos, ajustar el sonido, preparar las sillas, los programas y todo el material necesario, coordinar a todos los participantes, atender a los txistularis que vienen de otros pueblos... Pero todo ello merece la pena por ver la plaza Iparragirre a revosar a la hora del concierto.

Así han sido las fiestas municipales durante todos estos años, tocando en todas las ocasiones en las que se les solicitaba. Una de las mejores y más graciosas actuaciones de la historia de la agrupación habrá sido probablemente la que protagonizaron con la txaranga de la sociedad Zubiondo. 


A primeros de los años 70, la sociedad Zubiondo aún no se había inaugurado pero ya estaba de obras, y a una cuadrilla de la misma se le ocurrió que debían salir a poner un poco de ambiente en la calle. Con unas turutas que construyeron ellos mismos y acompañados por unos cuantos txistularis, recorrieron las calles de Urretxu provocando la risa de todo aquel que se encontrara con ellos. El más gracioso debía ser el director, Iñaki Kerejeta, vestido de frac y sombrero, con un monumental bigote atusado para la ocasión y dirigiendo a los chavales con sus peculiares partituras obtenidas de revistas como Interview.

Junto al día de la Euskal Jaia, la víspera de San Juan es de las más esperadas por los txistularis de Urretxu. La entrada en la plaza Gernikako Arbola tras el pasacalle y el encendido de la hoguera al son del Zortziko de San Juan, consigue emocionarles y ponerles los pelos de punta. 

En este punto cabe un recuerdo a Rafael Moreno Rafaelillo, el municipal que durante años les acompañó en este pasacalle abriéndoles camino y que murió precisamente una víspera de San Juan. Y por supuesto, también recordamos a nuestro director Santi Gutierrez, que nos dejó el 23 de junio de 2003, justo cuando iba a empezar el pasacalle de aquel año.

Y después de la víspera, llega el día de San Juan y la romería en Santa Bárbara. Los txistularis comienzan la jornada acompañando a la corporación municipal hasta la ermita para los oficios religiosos y por la tarde, participan en la romería y en la bajada hasta el pueblo. Todas las generaciones de txistularis recuerdan haber hecho verdaderas juergas el día de San Juan y habérselo pasado en grande en las bajadas, tocando piezas como “Deportivo Alavés”, “Bat bi hiru lau”, y haciendo cantar y saltar a las cientos de personas que venían alrededor de ellos.

 
El día de San Juan, un grupo de txistularis suele quedarse a comer con la corporación municipal y las autoridades en la comida oficial para amenizar la sobremesa, y existe más de una anécdota curiosa ocurrida en las mismas. Un año, en los años 60, acudió a comer junto con todas las autoridades un sargento de la Guardia Civil recién llegado a Urretxu. En representación de los txistularis, por su parte, fueron Santi y algunos de los más jóvenes. Cuando llegó la sobremesa, empezaron a tocar una de sus piezas habituales, “Gora Euskadi”. El sargento de la Guardia Civil se levantó y para sorpresa de todos comenzó a aplaudir, encantado, pidiendo que repitieran aquella canción porque le había parecido muy bonita.

Otra de las épocas en las que más han tocado los txistularis es Navidad. Josetxo Antia nos decía que en los años 50, antes de que se formase el grupo, él solía acompañar a los pajes de los Reyes Magos por las calles mientras recogían las cartas de los niños. Unos años después, los txistularis también tocaban en la Cabalgata de Reyes que se hacía en Urretxu. Luisi Esnaola recuerda que cuando ellos eran niños y salían en la misma, solían parar junto a su casa, la casa de los Salegi y su madre y sus tías solían sacar café con leche para todos, para ver si así conseguían que aquellos niños entraran en calor.

Hoy en día ya no se hace cabalgata en Urretxu, pero los txistularis suelen salir desde hace años el 24 de diciembre por la mañana acompañando a cantar a los niños de la escuelas que han solicitado su presencia o con otras asociaciones como con los jóvenes del Gazteleku.

Durante varios años también se tocó en misa, en los oficios principales del día de Navidad, Año Nuevo y día de Reyes, acompañando al órgano y al coro de la parroquia San Martín de Tours.

No obstante, la principal celebración de los txistularis se hace el día de Santa Cecilia, patrona de todos los músicos, el 22 de noviembre. Aunque, en principio, en ningún acuerdo con el ayuntamiento constaba que había que tocar ese día, la agrupación siempre ha querido salir a la calle y ha pedido permiso para poder hacer un pasacalle. Asimismo, los últimos 26 años ha participado en los conciertos y actividades que los grupos musicales de Urretxu y Zumarraga han organizado para festejar ese día, a veces incluso compartiendo escenario junto a otros grupos como los txistularis de Zumarraga, las bandas de música de Urretxu y de Zumarraga, etcétera.

Y como no podía ser de otra manera, la celebración ha terminado siempre con una cena. Hasta los años 90 aproximadamente, iban de cena el mismo día 22 de noviembre pero después se ha seguido haciendo el siguiente fin de semana, debido principalmente que muchos de los miembros del grupo se encuentran estudiando fuera del pueblo.


19 de junio de 2012

San Joan San Joan heldu da...

Egun gutxi falta da sanjoanetarako eta Urretxuko txistulariok hasiak gara prestatzen dagoeneko. Aurtengo sanjoanak, gainera, oso bereziak izango dira. Ez bakarrik Santi Gutierrez hil zitzaigula 9 urte beteko direlako. Baita Jose Mari Lasa gabeko lehenengoa izango delako ere.

Eta Jose Mari zen San Joan bezperako suaren inguruko ekitaldiaren arima. Bere ekimenez hasi zen ekitaldia egiten, bera zen gau hartako "ahotsa" eta parte hartzen duten talde guztien koordinatzailea. Beraz, ia ia azterketa bat izango da aurtengo San Joan bezpera haren testigua hartu dugunontzako. Dagoeneko ari gara plazan dantza egingo duten dantzariekin ensaioak egiten eta gau horretako abestiak eta konjuroak gogoratzen; dena beti bezala irten dadin.

Urtero legez, 20:30ean hasiko dugu kalejira eta 22:30erako Gernikako Arbola plazan izango gara, puntual, San Joan zortzikoa jotzen dugun bitartean sua piztu dezaten. Ondoren, sorginen eta herriko dantzari eta dantzazaleen txanda izango da.

Gaueko "akelarre" edo erromeriatxo horren ondoren, berriz, hurrengo egunean, 10:00etan dugu zita Santa Barbarara igoera egiteko. Han ere, urtero bezala, goizean herritarrak mezatara lagundu ostean, arratsaldeko erromerian parte hartuko dugu.

17 de junio de 2012

El pasacalle, la principal seña de identidad del grupo


Otra de las tradiciones que mantienen los txistularis desde tiempos inmemoriables es el pasacalle de los domingos. La actual agrupación lo viene haciendo por contrato todos los domingos desde que echaron a andar, excepto los de Cuaresma y los de agosto. Pero el pasacalle también era su principal tarea para los anteriores danbolinteros del pueblo, para Jose Gabilondo y sus antecesores, no se sabe desde cuándo.

Lo que sí ha cambiado estos últimos años ha sido el recorrido. Hoy suele ser algo más largo, porque en lugar de dar la vuelta en el cruce del Isabel como se hacía antes, continúan hasta la rotonda de Mugitegi donde comienzan el regreso hacia el ayuntamiento. Desde hace años, suelen tocar zortzikos en la ida y biribilketas a la vuelta. El bar Isabel fue un lugar clave en estos pasacalles hasta que se quemó el edificio; allí solían hacer un descanso para tomar un anís o alguna otra copita y calentarse en las frías mañanas de invierno.

Pero hay un tramo en el que los txistularis no tocan, sino que lo pasan andando. Es la zona del Lizeo y el convento de las monjas. Ésta es una tradición que se tomó antes de que se creara la banda, en la época en la que Santi, Joxe, Leon Arrieta, Josetxo Antia y Txapas hacían pasacalles por su cuenta. Y la razón es que los txistularis tuvieron más de un problema con la Guardia Civil.


En aquella época, los años más represivos del Franquismo, era fácil acabar detenido en el cuartel, bastaba con hacer cualquier cosa que se identificara con la identidad vasca. Y a nuestros txistularis les llevaron en más de una ocasión, acusados de “tocar canciones subversivas”. Leon Arrieta recuerda que una de las veces más duras fue un día de San Juan. Tras la bajada de Santa Bárbara, siguieron con la fiesta en el pueblo, poteando, tocando el txistu, cantanto y bailando de bar en bar. Les llevaron al cuartel pero, al parecer, la cosa no pasó a mayores gracias a Manuel Salegi, concejal del ayuntamiento y cuñado de Ramón Esnaola, que medió ante la Guardia Civil para calmar los ánimos. Sin embargo, tras aquella jornada, decidieron que no iban a tocar más delante del cuartel.

Años después, un sargento le llamó a Santi y le llamó la atención por esa costumbre. Le dijo que hicieran el favor de tocar también frente a su casa porque a ellos también les gustaba el sonido del txistu. Así que hoy en día el descanso se hace frente al Liceo y comienzan a tocar otra vez a la altura del número 24 de la calle Labeaga, junto a la sala de exposiciones Juan de Lizarazu. A la vuelta hacen lo mismo, paran de tocar en el paso de zebra de Labeaga número 24 y pasan andando por la acera hasta el rascacielos para volver a formar allí.

Pero no fueron aquellos los únicos problemas que tuvieron con la Guardia Civil y las autoridades. Ya hemos comentado antes que los txistularis no eran partidarios de tocar el día 18 de julio, y todos los años intentaban escaquearse de aquel pasacalle. Un año casi todos se marcharon al monte sin tocar el pasacalle, sobre todo los jóvenes. Tan sólo acudieron a la cita los más pequeños.

Cuando volvieron de su jornada montañera, se había montado un gran revuelo en el pueblo. El alguacil les estaba buscando y les cayó una buena bronca por no tocar. Ellos creían que el asunto terminaría en eso, pero al año siguiente, las autoridades aún se acordaban de lo sucedido y tuvieron que hacer el pasacalle por los dos pueblos, por Zumarraga y Urretxu.

Hoy por hoy, lo más duro del pasacalle suele ser madrugar los domingos para comenzar a tocar a las 9 de la mañana, sobre todo para los jóvenes que suelen salir los sábados por la noche. Y eso que desde hace algunos años están divididos en grupos y cada txistulari sólo tiene que ir dos veces al mes.

Todo esto se hace por amor al arte, por mantener esta bonita tradición, porque ningún txistulari de Urretxu ha cobrado todos estos años por tocar. El dinero que anualmente se recibe del ayuntamiento va a parar a una cuenta común y se emplea para los gastos de material, etcétera. Bien claro lo dejaba Santi Gutiérrez en muchas ocasiones: “Tocando el txistu no te vas a hacer rico” -solía decir- “pero ganarás mucho en amistades”. Y en eso tenía razón, ya que da la oportunidad de ir a muchos pueblos a tocar y conocer a muchísima gente.

Aunque cada txistulari no cobre un sueldo, el dinero de la cuenta común se emplea también para costear por lo menos una cena al año, el día de Santa Cecilia. Esta cena suele ser una de las más esperadas por todos, sobre todo por las largas sobremesas que suelen hacer tocando el txistu, cantando e incluso bailando. Muchos de ellos reconocen que si no fuera por estas comidas o cenas del txistu, nunca habrían aprendido el montón de canciones que saben; es otra manera de vivir la cultura vasca.

10 de junio de 2012

Los locales de ensayo en estos 50 años


Sin lugar a dudas, los locales de ensayo fueron uno de los grandes quebraderos de cabeza de Santi Gutierrez. Siempre que hablaba con las autoridades, les pedía un lugar definitivo y seguro en el que guardar los instrumentos, las partituras y el resto del material del que disponían. Al final, lo consiguió a finales de los 80, cuando se instaló la casa de cultura en el palacio Aizpuru Enea. Hasta entonces, la agrupación tuvo que cambiar de local una y otra vez.

Los primeros meses después de su creación, los txistularis continuaron ensayando en el Auxilio Social. Pero el lugar pronto se quedó pequeño para un grupo tan numeroso, así que se les trasladó a los bajos del ayuntamiento; luego, estuvieron en otra sala del mismo edificio; más tarde, pasaron al palco del antiguo cine; después, a diferentes aulas del colegio público (tanto al viejo, como a lo que hoy es Gain Zuri), y durante un tiempo también estuvieron ensayando en el Liceo. Finalmente, desde 1987 suelen reunirse en la sala de música de la casa de cultura.

Fuera en un lugar o fuera en el otro, los txistularis han ensayado varias veces cada semana. Los veteranos afirman que en su época sólo libraban los sábados, ya que ensayaban todos los días entre semana y los domingos tocaban el pasacalle y los bailables de la tarde. Hoy en día, en cambio, ensayan dos veces entre semana y tocan el pasacalle los domingos.

Durante muchos años además, la agrupación ha sido uno de los pocos lugares oficiales del pueblo en el que se podía aprender solfeo y, por supuesto, el txistu. Santi fue, además de director y el mayor responsable del grupo durante años, el mejor maestro que los txistularis pudieron tener. Al principio, compartía esta labor con Jose Perez, pero hacia 1967, éste dejó el grupo de Urretxu y participó en el nacimiento de la banda de txistularis Antxiñako Ama Txistulari Taldea de Zumarraga, junto con Esteban Barrena, Juan Ignacio Garmendia, etcétera.

Cuando se enseñaba, los ensayos estaban repartidos en dos partes. Primero, se reunían con los que estaban aprendiendo y después, empezaban a llegar los “mayores”, los txistularis oficiales, para su ensayo. Algunos de los mayores también colaboraban en la enseñanza tomándoles la lección a los aprendices, sobre todo Roberto Salegi que sabía tocar más de un instrumento y acompañaba las lecciones con su acordeón. Según cuentan los más veteranos, el jaleo y ruido en algunos momentos era ensordecedor, ya que muchas veces tomaban la lección a varios chavales a la vez.


Una vez superada la fase de aprendizaje, los nuevos txistularis empezaban a ensayar con el resto del grupo, aprendiendo a tocar las mismas piezas que ellos y preparándose para salir a tocar en público. En algunos casos, el primer pasacalles de un txistulari solía ser en un día señalado y no son pocos los que debutaron el día de la Euskal Jaia de tal año o el día de Navidad o el día de Corpus Christi...

Hoy en día, ya no existe la parte de aprendizaje, los txistularis llegan al grupo habiendo aprendido solfeo y las nociones básicas de txistu en la academia Secundino Esnaola. Los txistularis se reúnen dos veces por semana para ensayar las piezas que tocarán en el pasacalle del domingo siguiente o en los compromisos que tienen a la vista.

El ambiente en estos ensayos ha sido siempre muy divertido y jovial, según recuerdan todos. “Era la perfecta excusa para salir de casa entre semana” comentan algunos veteranos como Ainhoa Alzelai, Lurdes Elgarresta y Javi Burdaspar. Y es que, la mayoría de los txistularis ha ejercido activamente durante su adolescencia, y a esa edad, los ensayos de txistu se convirtieron en muchas ocasiones en el pretexto para reunirse con los amigos entre semana durante un par de horas. “Algunos incluso hacíamos piras del ensayo. Salíamos con la excusa de ir al txistu y no llegábamos, nos quedábamos jugando o hablando, a veces incluso a las puertas del local”.

Pero cuando acudían, se lo pasaban muy bien. Casi todas las generaciones de txistularis han conseguido “hacer cuadrilla”, encontrar amigos de la misma edad con los que compartir juegos, risas y buenos momentos. De hecho, aún hoy existen tradiciones que se han mantenido perfectamente durante estos 50 años como la de llevar galletas para celebrar un cumpleaños. Nunca faltará en el ensayo una caja de galletas o aperitivos, unos refrescos y vino cuando alguien cumple años. Aunque las tradiciones también han ido evolucionando, porque, aunque hoy en día sea impensable, hace unos años se solía llevar vino para los mayores y vino dulce para los niños, con lo que algunos chavales se solían poner las botas a “ardo goxo” siendo niños de 7, 8 o 9 años.

3 de junio de 2012

Y comenzaron los ensayos, los pasacalles...


Después de aquella primera actuación de la Euskal Jaia del año 60, poco a poco se fueron estableciendo las actividades de la agrupación que se había formado ya oficialmente como banda de txistularis de Urretxu. Continuaron ensayando varias veces cada semana, saliendo los domingos al pasacalle, etcétera. Y, a cambio de ello, se les pagó una cena por Santa Cecilia y una excursión de tres días a Cantabria en verano de 1961.

No obstante, los quehaceres oficiales se estuvieron negociando con el Ayuntamiento durante unos meses. En octubre de 1961, el grupo de txistularis presentó un escrito indicando cuáles iban a ser sus condiciones. En la misma se comprometían a tocar un pasacalle “todos los domingos y días festivos, excepto el 1 de mayo, 18 de julio, 12 de octubre y los domingos de Cuaresma”. En este punto tuvieron, al parecer, algún rifi rafe con las autoridades, ya que aquellos opinaban que debían tocar también los días arriba mencionados como excepción. Asimismo, el grupo concretaba el recorrido del pasacalle por “calle Iparragirre, Jauregi, Nekolalde, Labeaga y regreso”.

Por otra parte, se comprometían a tocar dianas en Pascua de Resurreción, el día de Corpus Christi, Santa Cecilia y 8 de diciembre; a participar en todas aquellas actuaciones organizadas por el Ayuntamiento en la que se requiriera su presencia y a realizar ensayos tres días por semana. De igual manera, llama la atención que queda por escrito su compromiso a cuidar los uniformes e instrumentos, responsabilizándose de los desperfectos.

Por todo ello, pedían 1000 pesetas mensuales para todo el grupo, más 600 en concepto de sueldos para los maestros de academia y 200 para gastos de material. El documento detallaba también que no estarían sin local de ensayo por un periodo superior a 30 días.

Finalmente, y tras varias conversaciones, en enero de 1962, José Pérez y Jose Antonio Chico firmaron el contrato definitivo en nombre de la agrupación. El Ayuntamiento estuvo de acuerdo en todo lo que habían propuesto los txistularis, incluso en la remuneración, aunque éstos tuvieron que aceptar tocar pasacalles los tres días que no querían hacerlo (1 de mayo, 18 de julio y 12 de octubre). Y el contrato incluía, además, que “si el grupo deseara actuar dentro o fuera del municipio en actos que fuere solicitada su actuación, deberá solicitar la correspondiente autorización del Ayuntamiento o Alcaldía”. De esta  manera, era el Alcalde el que decidía dónde podía tocar el grupo y dónde no.

Con estas directrices funcionó la agrupación durante años. No obstante, cada cierto tiempo el contrato se va actualizando, incluyendo nuevos puntos y modificando los ya existentes. En el firmado en 1986, en lo que se refiere al pasacalle por ejemplo, se incluyen como excepción también los domingos de agosto, junto con los de Cuaresma.

Asimismo, ese mismo año, se incluyó un punto en el que se permite a los txistularis el uso de la fotocopiadora para temas referentes a las prácticas de sus actividades. Ésto, en principio, puede parecer algo obvio, pero gracias al uso de la fotocopiadora, se acabaron uno de los castigos que más frecuentemente se les imponía a los chavales cuando hacían trastadas: copiar partituras. Y es que, una banda de txistularis, al igual que cualquier agrupación musical, necesita tener varias copias de las partituras de cada tema. Por lo tanto, aquellos primeros años en los que no existían fotocopiadoras, una de las tareas más habituales o “castigos” de los chavales solía ser ése.

No obstante, hubo una ocasión en la que a Santi y José no les salió muy bien ese castigo. Era un día de Santiago de la década de los 60 y algunos txistularis iban a ir a tocar a Ordizia por fiestas. José tenía que tocar el silbote y, como suele ser habitual cuando se toca este instrumento, no se sabía de memoria todas las piezas. Así que necesitaba partituras para colocarlas en el pequeño atril que se lleva enganchado al instrumento durante el pasacalle; es decir, toda la pieza en una misma página. Y aprovechó que algunos de los chavales habían estado haciendo trastadas en el ensayo de la víspera, para castigarles con copiar estas partituras. Sin embargo, los chavales fueron más pícaros aún: cumplieron el castigo copiando las partituras, pero las cortaron. De tal manera que le entregaron un montón de hojas. En cada una de ellas había un sólo pentagrama, por lo que a José no le servían de nada. Los gritos de enfado se debieron escuchar aquel día a varias millas a la redonda.