Al
pasacalle al que menos cuesta levantarse, sin lugar a dudas, es el del día de
la Euskal Jaia. Y no es sólo porque comience a las 10 de la mañana, una hora
más tarde de lo habitual, sino porque los txistularis saben que tras el mismo,
tendrán una jornada de las que más gustan: con hamaiketako, cantando y tocando
el txistu en la calle, y saliendo después en las carrozas.
El
desfile de las carrozas ha sido siempre muy especial, ya que habitualmente se
reúnen los txistularis que continúan en activo con muchos de los veteranos que
vuelven a coger el txistu recordando tiempos pasados. Y es que, recorrer las
calles con tanta gente viendo como pasa el grupo y aplaudiendo, es una de las
sensaciones más emocionanes y agradables que se pueden sentir, por lo que no es
de extrañar que los que ya han participado en alguna ocasión, vuelvan a querer
repetir. Y los que no salen tocando el txistu, lo hacen como carroceros,
dantzaris, dultzaineros... siempre intentando vivir la fiesta desde dentro,
participando.
Las
fiestas de Santa Anastasia suelen ser de lo más intensas para los txistularis
de Urretxu. Cogen el txistu el primer día y, practicamente, no lo sueltan hasta
el último. El viernes comienzan estos días de juerga con un pasacalle junto a
la banda de música y participan en el cañonazo que da inicio a las fiestas. El
sábado suele ser el día más duro, porque comienzan temprano con los
preparativos para el concierto que darán por la noche. Hay que realizar los últimos
ensayos, ajustar el sonido, preparar las sillas, los programas y todo el
material necesario, coordinar a todos los participantes, atender a los
txistularis que vienen de otros pueblos... Pero todo ello merece la pena por
ver la plaza Iparragirre a revosar a la hora del concierto.
A
primeros de los años 70, la sociedad Zubiondo aún no se había inaugurado pero
ya estaba de obras, y a una cuadrilla de la misma se le ocurrió que debían
salir a poner un poco de ambiente en la calle. Con unas turutas que
construyeron ellos mismos y acompañados por unos cuantos txistularis,
recorrieron las calles de Urretxu provocando la risa de todo aquel que se
encontrara con ellos. El más gracioso debía ser el director, Iñaki Kerejeta,
vestido de frac y sombrero, con un monumental bigote atusado para la ocasión y
dirigiendo a los chavales con sus peculiares partituras obtenidas de revistas
como Interview.
Junto
al día de la Euskal Jaia, la víspera de San Juan es de las más esperadas por
los txistularis de Urretxu. La entrada en la plaza Gernikako Arbola tras el
pasacalle y el encendido de la hoguera al son del Zortziko de San Juan,
consigue emocionarles y ponerles los pelos de punta.
En
este punto cabe un recuerdo a Rafael Moreno Rafaelillo, el municipal que
durante años les acompañó en este pasacalle abriéndoles camino y que murió
precisamente una víspera de San Juan. Y por supuesto, también recordamos a
nuestro director Santi Gutierrez, que nos dejó el 23 de junio de 2003, justo
cuando iba a empezar el pasacalle de aquel año.
Y
después de la víspera, llega el día de San Juan y la romería en Santa Bárbara.
Los txistularis comienzan la jornada acompañando a la corporación municipal
hasta la ermita para los oficios religiosos y por la tarde, participan en la
romería y en la bajada hasta el pueblo. Todas las generaciones de txistularis
recuerdan haber hecho verdaderas juergas el día de San Juan y habérselo pasado
en grande en las bajadas, tocando piezas como “Deportivo Alavés”, “Bat bi hiru
lau”, y haciendo cantar y saltar a las cientos de personas que venían alrededor
de ellos.
El
día de San Juan, un grupo de txistularis suele quedarse a comer con la
corporación municipal y las autoridades en la comida oficial para amenizar la
sobremesa, y existe más de una anécdota curiosa ocurrida en las mismas. Un año,
en los años 60, acudió a comer junto con todas las autoridades un sargento de
la Guardia Civil recién llegado a Urretxu. En representación de los
txistularis, por su parte, fueron Santi y algunos de los más jóvenes. Cuando
llegó la sobremesa, empezaron a tocar una de sus piezas habituales, “Gora
Euskadi”. El sargento de la Guardia Civil se levantó y para sorpresa de todos
comenzó a aplaudir, encantado, pidiendo que repitieran aquella canción porque
le había parecido muy bonita.
Otra
de las épocas en las que más han tocado los txistularis es Navidad. Josetxo
Antia nos decía que en los años 50, antes de que se formase el grupo, él solía
acompañar a los pajes de los Reyes Magos por las calles mientras recogían las
cartas de los niños. Unos años después, los txistularis también tocaban en la
Cabalgata de Reyes que se hacía en Urretxu. Luisi Esnaola recuerda que cuando
ellos eran niños y salían en la misma, solían parar junto a su casa, la casa de
los Salegi y su madre y sus tías solían sacar café con leche para todos, para
ver si así conseguían que aquellos niños entraran en calor.
Hoy
en día ya no se hace cabalgata en Urretxu, pero los txistularis suelen salir
desde hace años el 24 de diciembre por la mañana acompañando a cantar a los
niños de la escuelas que han solicitado su presencia o con otras asociaciones
como con los jóvenes del Gazteleku.
Durante
varios años también se tocó en misa, en los oficios principales del día de
Navidad, Año Nuevo y día de Reyes, acompañando al órgano y al coro de la
parroquia San Martín de Tours.
No
obstante, la principal celebración de los txistularis se hace el día de Santa
Cecilia, patrona de todos los músicos, el 22 de noviembre. Aunque, en
principio, en ningún acuerdo con el ayuntamiento constaba que había que tocar
ese día, la agrupación siempre ha querido salir a la calle y ha pedido permiso
para poder hacer un pasacalle. Asimismo, los últimos 26 años ha participado en
los conciertos y actividades que los grupos musicales de Urretxu y Zumarraga
han organizado para festejar ese día, a veces incluso compartiendo escenario
junto a otros grupos como los txistularis de Zumarraga, las bandas de música de
Urretxu y de Zumarraga, etcétera.
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