Sin
lugar a dudas, los locales de ensayo fueron uno de los grandes quebraderos de
cabeza de Santi Gutierrez. Siempre que hablaba con las autoridades, les pedía
un lugar definitivo y seguro en el que guardar los instrumentos, las partituras
y el resto del material del que disponían. Al final, lo consiguió a finales de
los 80, cuando se instaló la casa de cultura en el palacio Aizpuru Enea. Hasta
entonces, la agrupación tuvo que cambiar de local una y otra vez.
Los
primeros meses después de su creación, los txistularis continuaron ensayando en
el Auxilio Social. Pero el lugar pronto se quedó pequeño para un grupo tan
numeroso, así que se les trasladó a los bajos del ayuntamiento; luego,
estuvieron en otra sala del mismo edificio; más tarde, pasaron al palco del
antiguo cine; después, a diferentes aulas del colegio público (tanto al viejo,
como a lo que hoy es Gain Zuri), y durante un tiempo también estuvieron
ensayando en el Liceo. Finalmente, desde 1987 suelen reunirse en la sala de
música de la casa de cultura.
Fuera
en un lugar o fuera en el otro, los txistularis han ensayado varias veces cada
semana. Los veteranos afirman que en su época sólo libraban los sábados, ya que
ensayaban todos los días entre semana y los domingos tocaban el pasacalle y los
bailables de la tarde. Hoy en día, en cambio, ensayan dos veces entre semana y
tocan el pasacalle los domingos.
Durante
muchos años además, la agrupación ha sido uno de los pocos lugares oficiales
del pueblo en el que se podía aprender solfeo y, por supuesto, el txistu. Santi
fue, además de director y el mayor responsable del grupo durante años, el mejor
maestro que los txistularis pudieron tener. Al principio, compartía esta labor
con Jose Perez, pero hacia 1967, éste dejó el grupo de Urretxu y participó en
el nacimiento de la banda de txistularis Antxiñako Ama Txistulari Taldea de
Zumarraga, junto con Esteban Barrena, Juan Ignacio Garmendia, etcétera.
Una
vez superada la fase de aprendizaje, los nuevos txistularis empezaban a ensayar
con el resto del grupo, aprendiendo a tocar las mismas piezas que ellos y
preparándose para salir a tocar en público. En algunos casos, el primer
pasacalles de un txistulari solía ser en un día señalado y no son pocos los que
debutaron el día de la Euskal Jaia de tal año o el día de Navidad o el día de
Corpus Christi...
Hoy
en día, ya no existe la parte de aprendizaje, los txistularis llegan al grupo
habiendo aprendido solfeo y las nociones básicas de txistu en la academia
Secundino Esnaola. Los txistularis se reúnen dos veces por semana para ensayar
las piezas que tocarán en el pasacalle del domingo siguiente o en los
compromisos que tienen a la vista.
El
ambiente en estos ensayos ha sido siempre muy divertido y jovial, según
recuerdan todos. “Era la perfecta excusa para salir de casa entre semana”
comentan algunos veteranos como Ainhoa Alzelai, Lurdes Elgarresta y Javi
Burdaspar. Y es que, la mayoría de los txistularis ha ejercido activamente
durante su adolescencia, y a esa edad, los ensayos de txistu se convirtieron en
muchas ocasiones en el pretexto para reunirse con los amigos entre semana
durante un par de horas. “Algunos incluso hacíamos piras del ensayo.
Salíamos con la excusa de ir al txistu y no llegábamos, nos quedábamos jugando
o hablando, a veces incluso a las puertas del local”.
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