Según
hemos relatado en páginas anteriores, los txistularis de Urretxu tienen un
contrato con el Ayuntamiento en el que se concretan las actuaciones de la
agrupación y lo que éstos recibirán como contraprestación. El primer contrato
se firmó en 1962. Los dos primeros años en funcionamiento, el Ayuntamiento
decidió remunerarles de otras maneras.
En
1960 les pagó una cena en el bar Boni el día de Santa Cecilia. Algunos incluso
recuerdan el menú, sopa de pescado y guisote, y reconocen que fue un banquete
de lujo porque por aquel entonces no se podía comer eso en la mayoría de las
casas.
La
experiencia gustó tanto que lo de hacer excursiones se ha convertido casi en
una costumbre. Al principio, se hicieron todos los años y, además, eran de dos o
tres días. Luego pasaron a ser de un día, aunque hubo algún año en el que
fueron más largas. Estos últimos años las salidas se han espaciado en el
tiempo, no han sido anuales.
Aunque
el viaje de 1961 se hizo a cargo del ayuntamiento, en el 62 ya se había firmado
el contrato con las condiciones de la agrupación y, a partir de entonces, las
excursiones se han costeado de la cuenta común.
Sin
embargo, algunas gestiones para estas excursiones sí que se siguieron haciendo
desde alcaldía. Por ejemplo, existe en el ayuntamiento una carta de 1962 en la
que el alcalde de Comillas contesta al de Urretxu con respecto a una comida que
los txistularis iban a hacer en aquel municipio. Es muy curioso comprobar cómo
el primer edil de Comillas confirma la reserva en el restaurante e informa
sobre el menú y el precio que se tendrá que abonar.
Al
parecer, por aquel entonces, era costumbre ponerse en contacto con los
ayuntamientos de los pueblos en los que iban a pernoctar o parar, para informarse
sobre dónde alojarse, dónde comer y qué ver, así como para hacer las
pertinentes reservas. Por lo tanto, algunos alcaldes aprovechaban estas paradas
para pedirles que actuaran también en su pueblo. En otros casos, los propios
txistularis pedían permiso a las autoridades de cada lugar para hacer un
pasacalle en el mismo.
Un
año, tras visitar San Pedro del Romeral, el pueblo natal de Santi, bajaron
hasta Burgos. Allí les pidieron que tocaran en una corrida de toros benéfica
que se celebraba aquella tarde, pero los txistularis tuvieron que declinar la
invitación porque tenían reservada la comida en otro lugar y debían continuar
el viaje. En cambio, aceptaron ir a tocar a un geriátrico y llevarles algunos
dulces a los ancianos que vivian allí.
Cantabria
y Asturias han sido durante años el destino preferido por los txistularis.
Estuvieron en más de una ocasión haciendo noches en Liérganes y visitando
Santander, Laredo, Comillas, Oviedo... Otro año viajaron hasta Covadonga y
Ribadesella, y allí, un cura le hizo ponerse una mantilla a una de nuestras
chicas cuando fue a comulgar en misa. Esa costumbre ya se había perdido en
nuestro entorno, pero en Asturias la pobre tuvo que pedirle la mantilla a una
señora que estaba cerca para poder tomar la comunión.
Y
es que, ahora las cosas han cambiado, pero en los años 60 todos los domingos
había que ir a misa, aunque estuvieran de excursión. Y si no, ya se encargaba
de las oraciones Don Pedro Salaberri, que ejercía de capellán del grupo y les
acompañaba en todas las excursiones.
Años
más tarde, cuando se empezaron a hacer excursiones de un día, visitaron varios
pueblos de La Rioja, Álava, Bizkaia, Navarra e Ipar Euskal Herria.
Todos
estos viajes han dado pie a cientos de anécdotas y situaciones graciosas. Una
de las más recordadas la vivieron en Castro Urdiales. Habían contratado la
comida en un restaurante del municipio cántabro. El segundo plato debía ser
solomillo pero, al parecer, eran bastante escasos y nuestros chicos y chicas se
estaban quedando con hambre, así que empezaron a protestar. Después de un rato discutiendo
con los responsables del restaurante, les sacaron toda una bandeja de
solomillos. “¡Estáis muertos de hambre!” -les decían los del restaurante. Y
añadían: “¡estas señoras se han comido un pollo cada una!”, señalando a María,
la madre de Jose Antonio Chico, y a Carmen, la esposa de Ignacio Barrio.
De
hecho, la hora de la comida en restaurantes solía ser el peor momento para
Santi. Estaba al cargo de un buen montón de niños y jóvenes, y su principal
preocupación solía ser que se comportaran en la mesa. Por lo tanto, las broncas
a la hora de comer eran bastante habituales, tanto para los que estaban
haciendo trastadas, como para los que no querían comer.
Los
últimos años han aprovechado las excursiones para visitar algún lugar turístico
o hacer actividades especiales como esquiar en Candanchú, visitar la foz de
Kakueta, ver una pastoral en Zuberoa, ir a Port Aventura y Barcelona, etcétera.
Una
de las excursiones más larga de los últimos tiempos ha sido la realizada en
octubre del año 2000 a Schwarzenbruck. Este precioso municipio alemán cumplía
el 975 aniversario de su creación e invitó a una delegación de cada pueblo con
el que está hermanado: Kecel (Hungría), Geyer (Alemania), Gufidaun (Tirol) y
Urretxu.
Urretxu
estuvo representada por los txistularis, el grupo de dultzaineros Iratzarri y
los trikitilaris Eugenio eta Izer. Todos ellos, junto con las autoridades
municipales, viajaron en autobús hasta allí y participaron en los dos
festivales que se celebraron en la localidad para festejar la efeméride.
Los
txistularis demostraron en aquella ocasión que sirven tanto para un roto como
para un descosido, ya que, además de subir al escenario en su momento e
interpretar los temas que llevaban preparados, volvían a subir para bailar al
son de los fandangos y arin arin de los trikitilaris y dultzaineros o bailar
una kalejira por todo el recinto invitando a los asistentes a sumarse a la
misma.
El
buen humor y las ganas de fiesta acompañaron al grupo en todo momento durante
aquellos días. Tocaron y bailaron más que nunca, en cualquier sitio en el que
paraban para comer o descansar, en el mismo autobús mientras viajaban... Cabe
destacar el pasacalle que hicieron con txistu y dulzaina por las calles de Pau,
después de una comida y sobremesa en un restaurante de la ciudad.
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